lunes, 3 de octubre de 2011

NI OLVIDO NI PERDON.

Tomado del blog OPINIONES INCORRECTAS

No había querido hacer mención a la nueva entrega de "Las aventuras de Angelita y familia", publicada ayer en un diario que yo creía más serio hasta que empezó a sorprenderme para mal, dorandole la píldora a la parte mala de la familia Trujillo (y digo parte mala porque no me cansaré de repetir que hay Trujillos buenos, que se avergüenzan de los crímenes de sus parientes y que no tienen porqué cargar con las consecuencias de algo que ni han hecho ni les identifica). Me parecía redundar en lo mismo y no me parecía noticia que Angelita y Ramfito afirmasen que no tenían que pedirle perdón a nadie. Lo raro hubiera sido lo contrario. Un gesto de humanidad, de vergüenza, de empatía por su parte sería lo imposible, porque tanto la madre como el hijo sin incapaces de actuar como si tuvieran algo dentro.

Las víctimas de la tiranía coinciden en que tampoco hubieran querido su perdón. Porque ya es demasiado tarde, porque no sería sincero, porque tendrían que haber ido de rodillas -como leí- por las puertas de cada uno de ellos a disculparse por cada acto salvaje.

Si he cambiado de idea y he decidido escribir acerca de esta noticia, ha sido por la opinión de Machy Cedeño sobre este tema:


Yo no perdono a nadie ni tampoco perdono a los dominicanos que se quedaron sentados y escondidos y en silencio de mayo hasta noviembre y no levantaron un dedo para proteger a mi padre y a sus compañeros. Mientras más edad tengo, menos entiendo a mi país y peor me siento en haber perdido a mi padre. No valió la pena su sacrificio ni el de mi familia.

¿Y cómo perdonar? Durante seis largos meses, absolutamente nadie, ningún organismo internacional, movió un puto dedo para salvar las vidas de Pedro Livio Cedeño, Modesto Díaz, Tunti Cáceres, Roberto Pastoriza, Huáscar Tejeda y Salvador Estrella Sadhalá. Era vox populi que estaban siendo salvajemente torturados y jamás se le exigió a Ramfis Trujillo la liberación de los tiranicidas. Parece que importaba más una transición pacífica que las vidas de estos pobres hombres, ya los únicos que quedaban presos, porque el resto habían sido masacrados a buenos tiempos. El pueblo lo sabía, el Presidente lo sabía, los EEUU lo sabían, la OEA lo sabía. Y nadie, ni una sola persona aparte de sus esposas, hizo nada para que fuesen liberados.


Como lo que Ramfis quería era matar a los sobrevivientes del ajusticiamiento, si para que se fuera tenían que pasar por que lo cumpliera; ¡qué los matara! Acaso todos los que lo permitieron no se dieron cuenta de que la libertad había sido gracias a esos hombres y que ellos también eran el marido, el padre, el hijo de alguien. Seres humanos.


Pero no, se obró egoísta e interesadamente.


Por éso alabo que Machy no perdone y añado que si una de las víctimas hubiera sido mi padre, mi madre, mi pareja, mi hijo; no hubiera parado hasta que al lado de su tumba estuviera la del hijo de puta que lo metió ahí. Admiro mucho la civilización y templanza de las víctimas, porque yo no habría podido aguantarme como ellos lo hicieron para que finalmente no hubiera justicia.


Pechito murió a manos asesinas -las suyas propias-, suicidado a destiempo, pero viejo y en su casa. De Ciriaco de la Rosa he tenido que escuchar que, en el pueblo de EEUU dónde residió desde que Montes Arache le abrió a su grupito asesino las celdas, era buen vecino e incluso hacía un favor a quién se lo pidiera, por lo que la gente le tenía aprecio. Pirulo Sánchez Rubirosa se murió de un cáncer y de no ser así, por ahí viviría feliz a día de hoy. Ésta es sólo una pequeña muestra entre muchos casos, sin olvidarnos de que aún quedan torturadores y asesinos vivos a los que nadie molesta.


Hay que ser muy, pero muy generoso para no tomar represalias contra esa basura. Porque perdonarlos es IMPOSIBLE

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