jueves, 29 de septiembre de 2011

MI PERDON A LA FAMILIA TRUJILLO:


José Antonio Torres.
Tomado de El Nacional.14 de junio 2011.

Estoy totalmente de acuerdo con la opinión de los descendientes del dictador Rafael Leonidas Trujillo en el sentido de que no deben ni tienen que pedir perdón al pueblo dominicano por las acciones de los 31 años en los que el jefe del clan gobernó el país.

El vocero de la familia, Ramfis Domínguez Trujillo, dijo en Miami: “considero que no es un deber de nosotros pedir disculpas por cosas que se hicieron con carácter político, a pesar de que se produjeron hechos lamentables”.

Eso es cierto, ningún miembro de la familia Trujillo debe clamar el perdón de la sociedad, por el contrario, son los dominicanos que vivieron durante la dictadura quienes deben hacerlo por su indiferencia ante el crimen y el latrocinio que caracterizó la gestión del dictador.

Creo que tres generaciones de hombres y mujeres del país deben darse golpes en el pecho por haber permitido, por temor o complicidad, que un régimen bestial como el de Trujillo permaneciera durante tres décadas.

También los dominicanos de esa época, deben pedir perdón a esta generación por permitir la salida de los parientes del dictador con fortunas robadas al erario, y algunos con las manos ensangrentadas.

Los Trujillo no tienen que sentirse culpables. No importa que todos nacieran y vivieran como reyes en Europa, con interminables fortunas que ninguno ganó en lotería ni trabajó.

Tienen que pedir perdón quienes hoy, como ayer, le sirven de bocinas, y hasta de pie de amigo, a una familia que después de cinco décadas en el anonimato pretende que la sociedad entienda por qué el jefe del clan tuvo que asesinar a miles de dominicanos y apropiarse de los bienes de cientos de familias trabajadoras.

Es verdad, malos somos los que le permitimos que durante 31 años violaran a nuestras hijas, se apropiaran del fruto del trabajo de nuestros hermanos, asesinaran a nuestros padres y encarcelaran a nuestros tíos.

JUAN BOSCH LE ENVIÓ UNA DURA Y VALIENTE CARTA AL DICTADOR RAFAEL LEONIDAS TRUJILLO EN JULIO DE 1944 DESDE SU EXILIO EN CUBA.


Tomado de La República. Listín diario. 30 Junio 2011

EL LEGADO DE UN LÍDER
“Su régimen es una bestia y un terror”

Juan Bosch se estableció en Cuba en 1939, iniciando más de 20 años de exilio fuera de territorio dominicano. Allí continuó una prolífera y profunda actividad intelectual, caracterizada por la denuncia de los atropellos de los regímenes fuertes de América Latina, principalmente del país.Fernando Quiroz
fernando.quiroz@listindiario.com
Santo Domingo
Juan Bosch, a sus 35 años de edad, le envió desde su exilio, en La Habana, Cuba, una valiente y dura carta pública al dictador Rafael Leonidas Trujillo, en la que calificaba su régimen como una situación propia de bestias y de terror que empobrecía, corrompía y denigraba a todos los dominicanos, pues los hacía desdichados y les esclavizaba.

Esta misiva con fecha del 26 de julio de 1944, le motivaba la indignación e impotencia por el apresamiento de su padre José Bosch por la tiranía, en represalia a las ideas de libertad de Juan.

Temeroso de que a su padre pudiera sobrevenirle algo más tarde ñporque sabía “el número que calzaba Trujillo”ñ dirigió la carta teniendo como destinatario al “señor dictador de la República Dominicana”.

Este escrito y numerosos otros publicados por las revistas Bohemia y Carteles, y el periódico Quisqueya Libre, la mayoría desconocidos por los dominicanos, fueron compilados en el año 2010 en el libro de dos tomos “Juan Bosch en Cuba” por el profesor Luis Céspedes Espinosa, de la Universidad de La Habana, con el auspicio de la Fundación Global Democracia y Desarrollo (Funglode).

Bosch, quien logró salir al exilio a Puerto Rico en 1938, tras resistirse a mantener cargos en la dictadura de Trujillo, se estableció en Cuba en 1939, durando más de 20 años fuera del territorio dominicano. Allí continuó una prolífera y profunda actividad intelectual, caracterizada por la denuncia de los atropellos de los regímenes fuertes de América Latina, principalmente de su país.

En Cuba fundó el 5 de julio de 1939 el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), actualmente la principal fuerza opositora en el país. Renunció a esa organización y en diciembre de 1973 fundó el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), hoy en el gobierno, al igual que en otras dos ocasiones anteriores bajo el liderazgo del presidente Leonel Fernández.


¡Gracias, cubanos!
“Por tercera vez inicio este artículo. Nunca me había pasado antes, pero nunca antes había tenido que ser objeto periodístico de mí mismo, y espero no tener que serlo de nuevo en el porvenir”, escribió.

Dijo que por fuerza debía utilizar esa columna para llevar su gratitud a todos los que hicieron cosa suya el empeño de librar a su padre de la cárcel trujillista.

Agradeció al doctor Santiago Claret por su editorial “Rehenes en nuestra propia América”. También, a los redactores de mesa y a los reporteros de todos los periódicos que se interesaron por el caso.

“Quisiera mencionar una por una a todas las plantas de radio que trataron editorial o periodísticamente el incidente. Quisiera dar, sin que faltara uno solo, los nombres de los que enviaron cables al gobierno dominicano reclamando la libertad de mi padre”, agregó.

Se refería a las personas que le expresaron su disgusto y asombro, a los amigos que acudieron al teléfono o a los que se apresuraron a escribirle.

Pero insistía en que no podía hacerlo. Al público, señalaba, no le interesaban los sentimientos privados del periodista y como asunto periodístico la prisión de su padre fue tratada ampliamente.

Para decir lo que sentía no le eran suficientes las palabras, por lo que atinaba a decir solo dos: “Gracias, cubanos”.


Sobre la carta
“He recibido un cable de mi padre en el cual me dice que se haya en su hogar. Interpretando de la manera más benévola para usted el sentido de las palabras que pueden ser usadas en el país, las de mi padre significan que está ya en libertad”, reseña el primer párrafo de la comunicación.

Le expresó que con ser buena esa noticia no le tranquilizaba del todo. “Conozco sus métodos, señor Trujillo. Sé que Jesús María Patiño y Rigoberto Cerda ñpara mencionar solo dos nombresñ desaparecieron misteriosamente después de haber sido indultados por usted con bombos y platillos”, señaló.

Le comunicó que sabía que Tomás Ceballos Martínez, del grupo anterior, murió poco después apuñalado por un desconocido.

“Sé que un pastor protestante norteamericano fue acuchillado en su casa por el delito de haber enviado al exterior un año antes las primeras noticias sobre la matanza de haitianos, y que hubo quien se declarara culpable de esa muerte, achacando el crimen a razones deshonrosas para la víctima; sé que igual método se puso en práctica con el general Tancredo Saviñón”, indicó.

Le expresó que, como todos sus compatriotas, tenía la convicción de que en la República Dominicana no se hace ni puede hacerse nada sin consentimiento de él.

Bosch le enrostra a Trujillo ser amo de la tierra, los árboles y los seres que la pueblan y el aire que le rodea.

“A usted, pues, es a quien debo decir lo siguiente: Lo consideraré responsable por cualquier perjuicio de índole económico, personal o moral que pudieran sufrir mis familiares. Tenga la seguridad de que esta consideración será compartida por todas las instituciones y personalidades del continente”.

En cierto aspecto no le refuta al dictador el contenido de un cable en el sentido de que no ha habido represalias contra su padre José Bosch. Y le hace la aclaración de que las represalias han sido contra él.

Le advirtió que ninguna especie de represalia le haría poner alto a una lucha que sólo cesaría cuando su país estuviera disfrutando del régimen democrático.

“Usted puede comprobar este aserto convirtiendo su dictadura en un gobierno de hombres libres. El día que usted hiciera eso terminarían los ataques míos y de mis compañeros del Partido Revolucionario Dominicano, que no tenemos interés alguno en combatirlo en usted por usted mismo”, dijo. manifestó.

OTRA MONTAÑA DE MENTIRAS
Ya en septiembre de 1944, a 14 años de la dictadura, Bosch escribe, también en La Habana, lo que denominó una montaña de mentiras que acumulaba la dictadura de Trujillo para esconder a los ojos de América la realidad dominicana, puso una más con la desmentida Confederación Dominicana del Trabajo.


Esta “organización”, escribió Bosch, publicó un folleto en julio de 1944 dirigido a los obreros de América, en el cual sólo se hacía una cosa: elogiar desmedidamente a Trujillo y denostar a los que combatían la tiranía dominicana.

Pasa por alto que en julio de ese mismo año, fue hecho preso en Santo Domingo Freddy Valdés, un obrero luchador, y su culpa fue querer organizar un movimiento obrero libre en la República Dominicana. Hasta mediados de septiembre de 1944, puntualizaba, no se sabía una palabra de Valdés, y sus familiares no habían podido averiguar si estaba preso o si fue asesinado en las cárceles de Trujillo.

“En el folleto no se dice –¡que casualidad!– que mediante un ucase están prohibidas las huelgas en Santo Domingo ni se menciona las víctimas de La Romana; los catorce ahorcados, a quienes se acusó de participar en un movimiento de huelga que tenía por finalidad alcanzar un jornal mínimo de 40 centavos para los trabajadores del azúcar”.

Tampoco se aludía al reclutamiento de campesinos, hecho con el ejército, y que eran forzados a trabajar en las centrales del Este por 25 centavos diarios, ni se protestaba por la terrible ley de vagos que acababa de dictar Trujillo, destinada a facilitar la extensión del trabajo forzado en las propiedades y en las fábricas privadas del “benefactor” de cuantos ciudadanos se les antojara.

“Si somos políticos, ¿qué hacemos en el exilio? ¿Se concibe un político actuando lejos del pueblo en el cual necesita vivir para lograr sus fines? ¿Por qué hay dominicanos fuera de su país en calidad de desterrados? ¿Qué hacemos nosotros malgastando nuestros mejores años, nuestras energías, nuestros entusiasmos fuera de la patria?”, dijo.

Sustentó que estaban fuera de Santo Domingo porque aquí no se disfrutaba de libertad alguna, no era posible pensar en esta ciudad; mucho menos actuar.
En ese sentido, insistía en que si en República Dominicana hubiese habido, como aseguraban los firmantes del “mensaje a los obreros de América”, una organización libre de trabajadores, habría libertad de expresión y de acción política pues no se concibe régimen alguno que ofrezca garantía de libertad para una sola manifestación.

“Sin libre prensa no puede haber libre movimiento obrero; sin libre expresión, para hacer manifestaciones, protestas, huelgas, propaganda, no existirá jamás, en parte alguna de la tierra, posibilidad de libre movilización de los trabajadores”.

EL CULTO A LA PERSONALIDAD



Por Alejandro C. Manjarrez
Tomado de econsulta.com.

Fin de semana lluvioso. Días de rememorar aquello que nos hace sonreír. Momentos para señalar los errores de quienes se sintieron o se sienten paridos por los dioses del Olimpo. ¿De qué tema escribir –me pregunto–, de lo trivial o de lo que alecciona o del futurismo político?

Sin pensarlo mucho me decido por la segunda opción. Así que intentaré convencerlo de que el tiempo ha convertido en anécdota aquello que pudo haber sido peor (depende del país o del pueblo ofendido) que una estridente mentada de madre a la sociedad. Me refiero al culto a la personalidad.

Como el lector lo sabe, se trata de una costumbre cuyo costo no tiene cifras ni parangones. Simplemente se da en las mentes enfermas de megalomanía. Empero, quien pone en práctica ese culto, con sus actos suele construir el cadalso que pasado el tiempo servirá para su digamos que ejecución y, después, su incuestionable "entierro" en la fosa común de la ignominia. En fin.

Vaya pues este breve recorrido histórico:

Quien impuso la moda, digamos que moderna, pudo haber sido José Stalin. Nadie podía increparlo y menos aun rebatirlo. El tipo se sintió el único juez de la ley suprema. No obstante la represión a la que se arriesgaban quienes discrepaban con él, hubo algunos que se atrevieron, mismos de pura chiripa lograron sobrevivir para que les fuera reconocido su valor tres años después de que el dictador había muerto.

Mussolini, Hitler, Franco, Trujillo, Mao Tsetung, Idi Amin, Bokassa, Mobutu, Duvalier, Marcos y Hussein son otros de los adoradores de ellos mismos. He aquí un digamos que aperitivo del dañino culto a la personalidad:

Rafael Leonidas Trujillo Molina, presidente de República Dominicana, genocida que mandó asesinar a más de 30 mil haitianos que se atrevieron a ingresar al país, se hizo llamar "Generalísimo y Doctor Benefactor de la Patria Nueva". Sus seguidores nombraron a su madre "Matrona de Vientre Privilegiado", la misma que sus víctimas recordaron en no muy buenos términos.

Jean-Bedel Bokasa tiene un apartado especial en la historia de África: gobernó la república centroafricana durante catorce años. Lo hizo entre la sangre, el dolor, el canibalismo y su crueldad demencial, características que acompañaron sus crímenes. Se declaró apóstol y santo y nombró emperador. Dijo ser católico y tuvo 17 mujeres y 55 hijos. También se auto proclamó como: "Emperador de África Central por la voluntad del pueblo centroafricano, unido al partido político nacional…".

Mobutu Desiré Joseph implantó el récord en el poder omnímodo y brutal. En Zaire su efigie prevaleció años después de muerto (1997). Él mismo se definió como el "todopoderoso guerrero que gracias a su resistencia e inflexible voluntad de vencer irá de conquista en conquista dejando tras de sí una estela de fuego". Fue el ejemplo perfecto de la cleptocracia, fenómeno que por cierto acabamos de vivir en Puebla.

Uno de los actos políticos más espectaculares de Sadam Hussein, consistió en el plebiscito que convocó para que su pueblo decidiera si continuaba o no en el poder. Aquella consulta produjo el siguiente resultado que, obvio, tuvo el aval de la autoridad electoral designada por él: el 99.96 por ciento de los ciudadanos dijeron "sí". Y sólo 3 mil 52 de los ocho millones de votantes, sufragaron por el "no" (que yo me acuerde, sólo una votación superó a la del Irak de Hussein: la del distrito de Ciudad Serdán).

Y ya que hice el paréntesis sobre Ciudad Serdán, ahora me ubico en México para traer a colación los siguientes datos:

Por acá tuvimos a don Antonio López de Santa Anna, alias el "Quince Uñas", quien se hizo llamar "Su Ilustrísima". Porfirio Díaz no cantó mal las rancheras y de ser un hosco y vulgar general cimarrón, pudo transformarse en un exquisito gobernante cuyos modales y modo de hablar cautivaron a los diplomáticos extranjeros de aquellos entonces: así gobernó durante 27 años ininterrumpidos. Arnulfo R. Gómez, otro general menos pomposo que Díaz, plagió para firmar como propia la máxima romana: "Si quieres la paz prepárate para la guerra". Y qué decir de Victoriano Huerta, conocido como "el chacal", un hombre que en su locura por el poder ordenó matar al presidente Francisco I. Madero y al vicepresidente José María Pino Suárez: fue inspirado e inducido por el embajador estadunidense que le lavó el cerebro diciéndole que su país lo haría el mejor gobernante de México.

Una vez hecho este recorrido histórico a vuelapluma, al mirar nuestro entorno político, he concluido que el culto a la personalidad forma parte del proyecto personal de los hombres de Estado. Cómo convencer a los electores si se presentan como simples mortales, y de qué manera trascender cuando la modestia forma parte de la personalidad. Ante esta disyuntiva concluyen que no hay de otra mas que echarle crema a los tacos o lana a los medios de comunicación electrónicos. Y nosotros, los simples mortales, somos los que pagamos los platos rotos para que siga vigente el culto a la personalidad. ¿O no?

acmanjarrez@hotmail.com

Cardenal critica que “ensalcen” a Trujillo



RECORDÓ QUE EL TIRANO ASESINÓ MUCHOS DOMINICANOS VALIOSOS
Tomado del Periodico Listin diario del 29 de Noviembre del 2010

Homilía. López Rodríguez ofició una misa en la Catedral, al cumplirse 50 años de la muerte del luchador antitrujillista Juancito Rodríguez.
Noticias RelacionadasJuancito Rodríguez: Entregó todo, hasta la vida por tumbar a TrujilloAdriana Peguero
Santo Domingo
El cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez calificó de alcahuetes a quienes quieren pintar al tirano Rafael Leonidas Trujillo como una gran persona, ignorando que no existe calificativo en el idioma español para expresar adecuadamente lo que significó para este país.

“Fue un gran criminal y un perverso, y yo no tengo nada que reconocerle a ese señor. Nunca lo he hecho ni lo haré tampoco. No espero cometer semejante desatino en mi vida”, agregó.

El purpurado habló en esos términos en su homilía de la misa que ofició en la Catedral de Santo Domingo, en conmemoración de los 50 años del fallecimiento de Juancito Rodríguez García, un reconocido luchador antritrujillista.

“Yo que soy un dominicano que también me tocó vivir bastante tiempo en esos años de la tiranía de ese señor y sé muy bien lo que estoy hablando. No soy ningún tonto. Nací y crecí en esa desgracia, y por consiguiente nosotros debemos estar claros de que a este pueblo hay que respetarle su historia”, agregó.

López Rodríguez dijo que nunca ha estado de acuerdo “con todos estos alcahuetes y gente de poca seriedad y pocos méritos históricos, que en estos momentos quieren ensalzar a Trujillo, no sé porqué motivo”.

Dijo que aquí lo que se ha hecho ha sido justamente “aguantar leña” a un señor que con una partida de irresponsables hizo lo que quiso con este pueblo.

“Esto es lo que siento y pienso, y lo digo con toda libertad, no por ser cardenal, arzobispo de Santo Domingo, sino por ser dominicano”.

Pidió a Dios que a su tío abuelo, Juancito Rodríguez, le haya dado el precio de su lucha contra los abusos del tirano.

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LA ORGANIZACIÓN DE LAS EXPEDICIONES
Juancito Rodríguez García financió y participó en la organización de las expediciones de Luperón en el año 1949, y la de Cayo Confites, en 1947, contra la tiranía de Trujillo.

Era oriundo de Estancia Nueva, Moca, siendo un próspero hacendado en la región del Cibao.

Desarrolló una prolongada actividad antitrujillista dentro y fuera del país como exiliado político, especialmente en Cuba. Falleció en Venezuela el 19 de noviembre del 1960.

VICISITUDES ESTUDIANTILES EN "LA ERA GLORIOSA"



Por GIANNELLA PERDOMO PEREZ*

No olvidaríamos jamás el ruido desagradable que hacían los carros “cepillos” del SIM…

La Universidad APEC, desde hace aproximadamente un lustro, entre los días 20 al 25 de junio, anualmente celebra la Semana del Medio Ambiente.

En esta ocasión, invitada por la Profesora Rosa Sánchez, asistí a la interesante conferencia “Los Recursos Mineros de la República Dominicana”, dictada por el ambientalista Octavio López.Además de lo interesante del tópico, disfruté a carta cabal del ambiente universitario.

Con agrado contemplé el desparpajo estudiantil, la despreocupación que exhiben sus rostros; los grupos de chicas conversando de sus inquietudes; unos sentados por los suelos, laptops en mano o la consulta obligatoria a través del BB, herramienta indispensable en esos predios.

Mientras caminaba por el campus, observándoles y mirando el paisaje, recordé y comparé involuntariamente nuestros tiempos de estudiantes en la tan removida “Era de Trujillo”.

Cuanta realización sentí y agradecí al Señor, al percatarme de la libertad de desempeño que goza la juventud, ya que durante el régimen no fue así.

RECUERDOS

En aquellos días, movernos hasta altas horas de la noche -los guapos que incurrían en estas prácticas- podía resultarnos peligroso.

Imposible conversar en las esquinas, en grupos formados por 3 de nosotros, sin que de repente, como caídos desde el cielo, tal cual estrellas invisibles, surgían los célebres y temibles pequeños volkswagen -“cepillos”- utilizados por los agentes del Servicio de Inteligencia Militar (SIM), obligándonos, en la mayoría de los casos, a disolver lo que consideraban un “mitín conspirativo” contra el régimen.

No olvidaríamos jamás, el ruido desagradable que hacían los “cepillitos”, pasando frente a la casa de cualesquiera de nuestros amigos o amigas, donde nos citábamos a escuchar las canciones norteamericanas de Bill Halley y Elvis Presley, entre otros; aprender a bailar rock and roll, o cualquier baile del momento; refrescarnos tomando limonadas u otras bebidas caseras; hablar pavadas, leer poemas, comentar un libro o juegos de mesa para matar el tiempo.

La frecuencia con la que paseaban los “cepillos” acortaban el tiempo de nuestros encuentros; el nerviosismo de nuestras madres se tornaba latente, temían por nosotros.

Era imperioso terminar la “juntadera” y marcharnos, no sin antes pedir a Dios que llegáramos sanos y salvos a nuestros respectivos hogares.

Quienes como yo teníamos el fichaje del antitrujilismo, debíamos cuidar muy bien nuestros pasos, dónde íbamos, con cuáles amigos o compañeros de estudios compartíamos.

Ante las limitantes, sin los recursos tecnológicos de la actualidad, nos refugiábamos en la lectura, los juegos de mesa, además de disfrutar en familia los programas de televisión de la época.

La televisora oficial, “La Voz Dominicana”, propiedad de Petán Trujillo, hermano del “Padre de la Patria Nueva”, cubría el territorio nacional.

EN SANTIAGO

Recuerdo que para finales del tercer año del bachillerato, mi amiga Scarlett me pidió que estudiáramos juntas.
En horas de la tarde, libros en mano, me marché a su casa. Vivíamos en ¨Los Pepines¨, sector destacado por sus actividades “tendenciosas y subversivas” contra la dictadura.

Cómodamente sentadas, inclinadas nuestras sillas sobre la pared del callejón que conducía a la cocina, repetíamos la lección como gallaretas, ¡nos encantaba estudiar en voces altas! Inesperadamente, una nube militar nos interrumpió abriendo con violencia las puertas, salvajemente invadieron el área.

Apuntándonos con sus armar largas, la voz de mando nos ordenó: “quédense quietas, no se muevan”.

Cómo movernos, si temblábamos igual que cualquier hoja presta a caer en pleno verano.

La manada militar penetró a la casa, -continuábamos encañonadas- buscó y husmeó por todos lados. ¿Cuál era el motivo del allanamiento; quién podría adivinarlo? Luego de un rato, aún estupefactas, escuchamos: “Estamos buscando a Manolo Tavárez” - los uniformados le suponían escondido en la casa-, quien se encontraba en Santo Domingo. Burda excusa.

Los militares abandonaron la casa, dejándonos inquietas y llenas de interrogantes.

Bajo tanta presión nos resultó imposible terminar con los repasos, perdimos la concentración y gracias a Dios, aprobamos la asignatura.

A partir de ese evento, decidí estudiar a solas, en mi casa, no quería volver a vivir esta ilógica y desagradable experiencia.

Los caminos del tiempo me ayudaron a comprender que las acciones represivas del SIM iban encaminadas a suprimir los encuentros juveniles.

¡Ya habían exterminado a “Los Panfleteros”, grupo de cuya existencia y acciones me enteré muchos años mas tarde.

Comprendí la intención del régimen para evitar la organización subversiva en la Ciudad Corazón. Tal actitud de intolerancia y franca violación a los derechos, no cercenó la voluntad de quienes no temían a las acciones restrictivas de los miembros del temido SIM.

LUCHA

Cursando el cuarto año del Bachillerato en el Liceo Secundario “Ulises Francisco Espaillat”, mis compañeros de clases, Danilo Franco, Juani Bisonó y Francisco –Milo- Schiffino, entre otros, formaban parte de grupos que accionaban contra el régimen trujillista.

Hoy, valiéndome de las mismas herramientas de comunicación de esos jóvenes que vi en APEC, he podido restablecer el vínculo con Milo, compañero valiente e inseparable así como bastón humano en mis momentos de gran dificultad emocional, quien desde Bélgica me escribe parte de sus vivencias.

“Nos armábamos de tubos y cadenas cuando salíamos a manifestar o hacer una marcha por las calles de Santiago, como parte de las luchas contra los personeros remanentes del régimen, las que siempre terminábamos en el parque Duarte.

Estas actividades las hacíamos con un grupo formado por estudiantes de término del bachillerato, destacándose entre ellos Danilo Franco, Juani Bisonó, Robinson y Fausto, cuyos apellidos no recuerdo; también he olvidado algunos nombres de otros compañeros integrados.

La aparición de efectivos policiales nos obligaba a terminar de forma violenta las manifestaciones o protestas callejeras; era insoportable respirar los gases lacrimógenos.

A fin de evitar los golpes con macanas y posibles apresamientos, corríamos como gacelas, dispersos por las calles aledañas y en algunos casos, al advertir la presencia militar, tirábamos piedras a las vitrinas de comercios cercanos, como señal de advertencia para la dispersión de la manifestación.

El sonido resquebradizo y desagradable que producían los cristales al caer era la señal para volar a protegernos y burlar la presencia policial.

En esas huidas se nos escapaba la vida pero nos quedaba la satisfacción de haber protestado como única arma de mostrar nuestro disgusto e inconformidad contra los residuos del régimen!En ciertas ocasiones era preciso y obligatorio ir armados para defendernos de la policía y a veces de militares que nos agredían con sus macanas y culatas de sus fusiles; también porque íbamos a una reunión secreta y no sabíamos si nos toparíamos con una patrulla o en una posible redada.

No hablábamos con nadie de todo esto para no involucrar la gente inocente, sobretodo las personas fichadas como tu familia. En fin, fueron momentos de vivencia intensa”.

Alguna vez, en el aula o los pasillos del Liceo, escuché a Danilo y Milo susurrear sobre sus planes; actué como "Claudio", me fingí idiota y por las noches, pedí al Señor por sus cuidados.

Milo finaliza su relato y comenta: “Sobre Robinson te diré que no tuve nunca más noticias de él; Juani Bisonó murió en la Revolución de Abril del 1965, combatiendo en la Zona Constitucionalista.

A Fausto Jiménez lo mataron a tiros, montado en una camioneta, mientras regresaba de un mitin (creo recordar que en Moca); yo asistí a su sepelio. Del grupo solo nos queda Danilo”.

Ante la inmanejable situación y la crudeza de los hechos, la persecución desatada contra los jóvenes de Santiago y sus desapariciones, los padres de Milo, de origen italiano, descubrieron las actividades políticas en las que estaba involucrado.

Sin alternativas para salvarle la vida, rápidamente le sacaron del país, enviándole a Bélgica, donde realizó sus estudios universitarios y fijó allí su residencia.

Alumno ejemplar, de excelentes calificaciones, inquieto, apasionado lector, ¡no pudo estar presente en nuestra investidura! Su partida significó gran tristeza para los compañeros del aula, sobre todo para mí y Patria Ela, quienes formábamos un trío inseparable, dentro y fuera del recinto escolar. Familiarmente “deportaron” a nuestro entrañable amigo.

Gracias al internet hoy nos mantenemos en contacto. Con estas estampas podemos ilustrar cómo vivimos nuestros irrecuperables años de juventud y comprender los motivos de mi disfrute en los predios universitarios.
PERIODISMO DURANTE "LA ERA " DE TRUJILLO. Charla del periodista Miguel Guerrero. Hablar de periodismo como se le entiende hoy durante la llamada Era de Trujillo es una tarea imposible. No existió durante esas tres décadas de oscurantismo nada que se le parezca a una práctica real de periodismo independiente y crítico. La represión no toleraba ningún asomo de disidencia a un régimen que tenía un control casi absoluto de la vida de cada habitante de la república. Es a partir de la caída de ese régimen en que comienzan a aparecer los primeros intentos de expresión libre en la prensa nacional, después de treinta años de opresión y censura. Voy a referirme, por tanto, a la visión que tengo del periodismo dominicano en la etapa de ejercicio democrático que ha vivido nuestro país a partir de entonces.
La prensa nacional ha experimentado en los últimos años los cambios más grandes y profundos ocurridos desde el resurgimiento de la libertad de expresión, a raíz de la caída del trujillismo en 1961. Las transformaciones más significativas se relacionan con el traspaso de la propiedad de la mayoría de los medios importantes a grupos económicos y los cambios radicales de formato y diseño, producto de la adquisición por muchos de ellos de modernas tecnologías. La aplicación de novedosos métodos “mercadológicos”, resultantes de la transferencia de propiedad, dieron lugar a la aparición de periódicos diarios gratuitos, fenómeno este que ha precipitado la desaparición de varios medios, reducido dramáticamente la circulación de otros y provocado bruscos movimientos en las preferencias del público. En mi opinión habrán de ocurrir todavía transformaciones más dramáticas. Podría ocurrir que el gusto de una buena parte de los lectores que aún compran diarios, sumado a la falta de poder adquisitivo y a la ausencia de opciones informativas en un ambiente noticioso tan escaso como el nuestro, se mueva gradual y firmemente hacia las publicaciones gratuitas, por cuanto en su mayoría ofrecen las mismas coberturas. Los medios tendrán necesariamente que analizar su posición a la luz de estas nuevas condiciones en que se desenvuelve el periodismo escrito del país, tomando en cuenta además la forma en que otros medios periódicos no diarios y una amplia oferta proveniente del exterior han ido ganándole espacio a los periódicos tradicionales dominicanos de circulación cotidiana. Nuevos escenarios surgirán y, en mi opinión, que de seguro no compartirán otros colegas, el futuro de los diarios del país dependerá de su capacidad para adaptarse a esta nueva realidad. Los propietarios, responsables y líderes de esos medios se verán forzados a dedicar tiempo y recursos al estudio de la situación, a fin de prepararse para la gran tarea de supervivencia. El auge de los portales digitales, gracias a la magia del Internet, constituye otro desafío al periodismo tradicional y el más fuerte aliado de la libertad de prensa y expresión contra el abuso de autoridad, permitiendo que los profesionales del oficio recuperen el control real de los medios que dirigen, lo cual se había hecho imposible por el alto costo de impresión y administración de un diario. Sin duda alguna, el periodismo digital será la respuesta del futuro. En un mensaje reciente, el presidente Fernández reiteró el compromiso del gobierno de respetar la libertad de prensa y justo es reconocer que hasta ahora ha sido fiel a ese predicamento. Su mensaje obliga a una reflexión sobre el tema. Toda tentativa por imponer reglas a la conducta y responsabilidad de los medios de comunicación lesiona el papel de la prensa independiente en una sociedad democrática. En los últimos años ha crecido la tendencia de los gobiernos a fijar reglas para definir el concepto de la responsabilidad periodística, como son los casos de Venezuela, Bolivia y Ecuador y desde hace cinco décadas en Cuba, bajo el régimen de Fidel Castro. No es tarea fácil determinar cuáles son esos límites, a menos que sean los que se fije a sí misma cada medio. Resulta chocante la aceptación que goza en ciertos medios periodísticos, tanto dentro como fuera del país, la teoría de que la potestad de establecer límites y reglas a esa responsabilidad cae o encaja dentro de las atribuciones del gobierno. La experiencia ha demostrado que siempre que la autoridad pública, cualquiera sea su naturaleza, pueda directa o indirectamente limitar esa responsabilidad, la independencia y la libertad de prensa quedan virtualmente suprimidas. La intervención de un gobierno en el campo de la actividad periodística equivale a otorgarle la capacidad de decidir qué puede o debe publicar un diario. Transferir esa capacidad de las redacciones a los despachos de algún ministerio equivale a asestarle una puñalada a la libertad, y la posterior desaparición de una prensa crítica y libre. No existe un solo ejemplo que permita dudar de esta aseveración tan categórica y bastaría citar como ejemplos los casos de Chile, en la dictadura del general Augusto Pinochet; de Cuba, bajo el régimen castrista y en Nicaragua, en la era sandinista y antes bajo la dictadura de los Somoza. Con mucha frecuencia se esgrime la negativa o renuencia de un periódico a publicar éste o aquel informe o artículo de opinión que no se ajustan a sus criterios y políticas editoriales, como la prueba de que se requiere de un método gubernamental para fijar la responsabilidad de los medios de comunicación. Pero obligar a un medio a publicar aquello que considere contrario a su propia escala valorativa, constituye un atentado a la libertad de expresión, que es la base del funcionamiento de una prensa realmente libre y democrática. Existe todavía en el país mucha confusión, incluso entre periodistas, respecto a los conceptos de libertad de prensa y libertad de expresión, pues aunque ambos se relacionan estrechamente y en muchos sentidos la vigencia de uno depende de la permanencia del otro, son cosas muy distintas con particulares significados. La función social de la prensa ha sido siempre objeto de controversia y es natural que lo siga siendo. Como la libertad para imprimir diarios y revistas y operar estaciones de radio y televisión y otros medios de comunicación, constituye un elemento vital para la preservación de las demás libertades inherentes a la condición humana, a los gobiernos y a los dictadores les ha bastado siempre suprimirla para ahogar la disidencia y sepultar la democracia. Los intentos contra la independencia de la prensa datan de los albores mismos del periodismo. La brutalidad que caracterizó la represión de los medios de comunicación años atrás en muchos países, ha dado paso a métodos más sutiles, lo cual no significa que tales esfuerzos hayan amainado. Las amenazas contra la independencia periodística han cobrado la forma de un debate internacional con ribetes doctrinarios. Cuando ejerce su función crítica con seriedad, la prensa independiente se convierte en el mejor aliado de la democracia e incluso de los gobiernos. Hay algo peor que la censura y es la que se imponen a sí mismos los medios y muchas son las razones y factores que la han explicado a lo largo de nuestra defectuosa vida democrática. Pero existe un acto de degradación mayor que ocurre cuando los periodistas, fuera por dinero, afecto o miedo, declinan voluntariamente su misión y se ponen al servicio de un grupo o una corriente política a la que sólo le guía la ambición de poder, sin causa alguna, y llegan al extremo de cuestionar la labor de sus colegas, respondiendo a una directriz llegada desde el Palacio u otras alturas del poder. La militancia de muchos periodistas contamina la prensa. Y ese es uno de los peores males del ejercicio de la libertad en el país. Toda crítica es vista así como una forma de oposición, como si la oposición fuera además un crimen en una sociedad abierta y pluralista, olvidando de este modo el inconmensurable valor que el ejercicio de esta y la práctica de un periodismo libre, ajeno a toda influencia extraña a él mismo, representan para la vida democrática de una nación que se precia de sustentar esos valores. Como vigilante de las libertades, la prensa debe mantener una posición crítica frente a los poderes, especialmente el gobierno, por la naturaleza autoritaria de éste. Ese rol se hace más necesario en países como el nuestro sin instituciones fuertes y débil tradición democrática. En diferentes etapas, esa obligación fundamental ha cedido espacio ante un esfuerzo brutal de control de los medios al través de la adhesión, a veces casi fanática, de muchos de los que trabajan en ellos, y a pesar de la obstinada resistencia de una parte importante de la prensa que ha sabido defender su honor y su libertad de opinión. La ausencia de institucionalidad y el libertino poder discrecional de los funcionarios públicos, ejercen también una despiadada presión sobre la propiedad de los medios, intentando mediatizar su rol, en base a sutiles amenazas de diversa índole. En el ámbito periodístico, la fuerza de intimidación de los gobiernos en este país ha sido siempre superior a la capacidad de aguante de algunos medios y de muchos periodistas. Desde la funesta etapa de terror de la llamada Era de Trujillo, no se conoce otra etapa de la vida nacional caracterizada por un esfuerzo tan sostenido para uniformar la opinión pública por efecto de un control de programas de radio, televisión y columnas escritas, como la presente. Si bien es cierto que otros gobiernos han intentado lo mismo, preciso es reconocer que jamás se había alcanzado tanto éxito. Tan abrumadora corriente mediática destinada a proteger las acciones del gobierno, es fruto no sólo de la adquisición de talento, sino también de la identificación de propósitos, lo cual, sin duda, le asigna cierta legitimidad. Afortunadamente, la mayoría de los medios importantes ha sabido preservar su independencia y ellos constituyen hoy la más sólida garantía de defensa de las libertades democráticas de la nación