domingo, 7 de agosto de 2011

La vida de un asesino capitalista glorificada y endiosada por el miserable periodismo moderno

Por: José Sant Roz
Fecha de publicación: 09/05/07




Rafael Leonidas Trujillo Molina fue de los más abominables asesinos que se haya conocido: mataba sin control alguno a sus opositores, y si éstos se iban al exterior, ordenaba secuestrarlos y luego los masacraba en su presencia. A algunos se les quitó la cabeza, o los descuartizó, pero antes los torturaba con sevicia, con saña. Así hizo asesinar al escritor Jesús de Galíndez, a quien sus esbirros secuestraron en Nueva York, y el propio Chapita le ordenó comerse el libro “La Era de Trujillo”, y le pasó un vaso de agua para que se lo tragara. A este monstruo de Rafael Leonidas Trujillo Molina se le propuso para el Premio Nobel de la Paz, sin duda con el apoyo del bello imperio norteamericano. Pero entonces no teníamos gusanos cubanos exiliados en Miami como Carlos Alberto Montaner o Andrés Oppenheimer que chillaran todos los días por la libertad y la democracia en América Latina; como tampoco un Otto Reich que se viviera irritando por lo que pasaba en aquella isla. Entonces el mar de la felicidad podía encontrarse en cualquier parte del mundo menos en la República Dominicana.

Ya quedaban pocos nombres solemnes para llenar los títulos que requería Trujillo, y en el almanaque faltaban días para cumplir con las efemérides que exigía tan excelsa familia. El pequeño Ramfis, fue declarado “Protector de los niños pobres” y “Príncipe Favorito”, mientras que al Presidente y a su mujer lo aclamaban como los “Grandes y Únicos Protectores del Reino”. Pero faltaba más, el decreto número 16 del Presidente de la República, fechado el 26 de agosto de 1938, asciende a Ramfis al grado de general de Brigada, “en mérito a los servicios”.

El 13 de julio de 1938, se creó la Orden de Trujillo, e inmediatamente se le otorgó esta máxima condecoración al propio Trujillo en acto solemne de las Cámaras Legislativas. Más tarde habría de relumbrar en su casa un letrero luminoso que decía: “Dios y Trujillo”, tal cual como lo exigía el juez aquel. La Orden de Trujillo la deseaban poseer ardientemente jefes de Estado y de Gobierno, Cortes Permanentes de Arbitraje, catedráticos de Derecho, de Historia, filosofía y ciencias políticas. Si la gente de Pdvsa hubiera vivido entonces, no se habría llamado “Gente del Petróleo”, sino “Gente de Trujillo”.

Como la señora Bienvenida, esposa de Trujillo, no podía darle hijos, el 30 de septiembre de 1935, se promulgó una Ley de Divorcio con esta causa: “La voluntad de uno de los cónyuges, si los esposos no han procreado hijos durante los cinco años siguientes a la celebración del matrimonio, ni posteriormente...”. Y el hombre fuerte de aquella isla se divorció de doña Bienvenida. (Después de celebrado su divorcio, esta ley fue derogada). Siete meses más tarde de haberse sancionado esta Ley el Honorable Presidente celebra sus bodas con la madre de Ramfis. Poco antes se había celebrado el bautismo del coronel niño, realizado por Monseñor Ricardo Pittini, arzobispo de Santo Domingo.

Qué “bello” y qué “simpático” era aquel Ramfis con sus lentes oscuros, digo, con su gorra de General en Jefe de la Aviación, que paseaba en su yate que llevaba su nombre, y en el que agasajó a grandes personajes de la política norteamericana, entre ellos a Richard Nixon, en 1955. Lástima que Ramfis no hubiera pensado en una cadena de medios de comunicación para verse en el espejo de millones de pantallas chica luciendo su bello porte, sus uniformes bañados en excelsos reconocimientos. Hubiera llegado más lejos, más allá de Hollywood, a la CIA. Un imperio empresarial, un holding, también es una dictadura, impulsa dictaduras, sostiene dictaduras, es el vientre de todas las dictaduras. Son las únicas dictaduras. Y un hijo “bello” es lo mismo en un dictador que en un dueño de medios. Los nuevos tiranos son los dueños de los medios. Todos los dueños de medios son unos Chapitas. Se hacen bellos para todos, como la mujer aquella del “Ciudadano Kane”. O como la otra hija de Chapita llamada María de los Ángeles del Corazón de Jesús. Una hija que le nació en medio del caos de la Segunda Guerra mundial, cuando Trujillo proclamó su neutralidad al mundo en estos términos: “La República Dominicana seguirá la política de los Estados Unidos por dónde quiera que éstos se dirijan”.

Trujillo en Europa recogió una buena cosecha de altísimas condecoraciones, lástima que no estaba en su trono el rey Juan Carlos de Borbón, porque de seguro le habría encasquetado una veintena (como esa que le dio a Patricia Poleo) de Premios Príncipes de Asturias. Pero bueno, fue casi lo mismo, Chapita recibió de esa emputecida y púrpura derecha muy entroncada con la negra España, la Gran Cruz de Malta, y se la impuso el príncipe Gaetano de Borbón Parma. El príncipe llegó vestido con la camisa azul y la boina roja de la Falange Española, y en retribución Trujillo le impuso su “Gran Cruz de la Orden de Trujillo”. Téngase en cuenta, además, que el 18 de julio de 1947, día de fiesta nacional de la España franquista, Trujillo recibió la Gran Cruz de Carlos III, y se despepitó en elogios a la política de Franco. Chapita gastó más acuñando en oro su “Gran Cruz de la Orden de Trujillo” que en lo que hizo en puentes y carreteras. Cuando murió, sesenta siete cajas con esta memorable orden del gran estadista se cargaron para su país los marines norteamericanos. Si los rusos se cargaron con el oro español, los gringos se lo llevan todos los días de todas las repúblicas democráticas de Latinoamérica.

Las fábricas de placas, condecoraciones, cordones, charreteras, insignias, galeones, monedas, escudos, pergaminos de cantos dorados, no se daban abasto en Estados Unidos para las peticiones que cada mes se hacían desde la República Dominicana. El 25 de mayo de 1938 se creó el “Premio Julia Molina de Maternidad” (en nombre de la madre de Trujillo), El Día del Padre será el Día de José Trujillo Valdez, y también se crea el “Premio Escolar Ramfis”. Después a la esposa de Trujillo la proclamaran, las emperifolladas damas ricas, civilistas, proto-mayameras, de esa Nación: “Primera Mujer de las Américas en la República Dominicana”. Todo lo que tocaba y cargaba Trujillo era declarado joya nacional, y se estaba encorvando con el peso de tantos honores porque este mismo año le encajaron el de “Restaurador de la Independencia Financiera” y “Catedrático de Economía Política” de la Universidad de Santo Domingo, y enfermó gravemente. En nombre de estos títulos y muchos otros que se estaban cocinando en los cerebros ardorosos de sus seguidores, EE UU le concedió en 1941, préstamo, a través del Export-Import Bank, para comprar armas, de tres millones de dólares.

Y el 13 de diciembre de 1941, Trujillo le declara la guerra al Japón, y en grandes titulares de esos medios de comunicación, poderosos y miserables, apareció un enorme titular: “Fue declarado el estado de guerra entre la República Dominicana y el Japón”. Tres días más tarde, esos mismos medios tendrían servido otro titular de declaración de guerra contra Italia y Alemania. Esos mismos miserables dueños de medios de aquel país, idénticos a los de todos los países, el 7 de febrero de 1942, en celebración del Día del Periodista, La Nación publicó una gran foto de Trujillo llamándolo “Primer Periodista de la República”. Se lo tenían bien merecido. Peor fue lo que se hizo el 18 de junio de 1954, cuando Trujillo se le designó académico de número de la Real Academia Española.

Pero hay algo más: El 8 de mayo de 1943, Ramfis le pide a su padre que derogue el nombramiento de General que “hizo en un acto de simpatía a mi niñez”. Y el padre conmovido lo acepta. Inmediatamente los medios de comunicación se llenan de titulares enormes con aquel gesto que es “la prueba de civismo que acabas de ofrecer a la juventud dominicana”. “¡Qué hermoso y consolador se aparece esto en un mundo tan escaso de valores morales!”. Hay miles de carta de felicitación que no caben en todos los periódicos. Así que Ramfis tenía 14 años cuando renunció a su primer generalato. Pero diez años más tarde cuando sea de nuevo Mayor General y Jefe de Estado Mayor de la Aviación, nadie se preguntó cómo fue que llegó tan alto sin haber pasado por grados o escalafones inferiores. Pero nada, ya también era doctor en Derecho (sin haber estudiado jamás leyes) e inspector de Embajadas y Legaciones con rango de Embajador Extraordinario. Ramfis comenzó a importar caballos de carrera, y cuando el dueño del algún animal le ganaba a los suyos, lo metía en la cárcel o lo expulsaba del país.

Pero la familia Trujillo no era tan arbitraría como la gente se imagina. No. Trujillo amaba tanto la constitución de su país, que para 1947, se proclamó la Constitución número veinticinco de su historia, y estaba dispuesto a reformularla veinte veces más si era necesario. El 26 de noviembre de 1947, familiares de Trujillo fueron condecorados con la Legión del Mérito de los Estados Unidos. Pero poco después, la hija menor del dictador, María de los Ángeles del Corazón de Jesús, junto con una primita suya, son nombradas Embajadoras Extraordinarias en Misión Especial para asistir a la Coronación de la Reina de Inglaterra. Más tarde Angelita del Corazón de Jesús será Reina de la Feria de la Paz y Confraternidad del Mundo Libre. Al pasar por Madrid, estas niñas son homenajeadas con un banquete oficial por Franco. A Trujillo entonces le estaban gustando los viajes, porque de veras creía que era uno de los hombres más importantes de su continente después de Harry Truman. En mayo de 1954 viaja España y al Vaticano, y en Madrid es recibido oficialmente por Franco y los dos Generalísimos se abrazan y se condecoran, otra vez mutuamente. Con el Papa firma un Concordato, cuyo punto clave es la eliminación del divorcio entre parejas católicas. Ya para entonces Trujillo se había divorciado dos veces y su hija Flor de Oro, cinco veces. Esta es la historia de los hombres ricos y poderosos de América Latina, sobre todo en la región caribeña, cuyos Ramfis heredan los grandes bienes de sus padres.

El 1956, por exigencia de la Casa Blanca, el estadista Trujillo le entrega en calidad de préstamo al dictador Fulgencio Batista, y para que compre armas, un millón de dólares. Cuando se los da, le dice: “Para que no te ahogues en el Mar de la Felicidad”. Pero así y todo, Batistas no puede, y acaba huyendo a la Republicana Dominica el 1º de enero de 1959. Batista había huido de Cuba con varias cajas de dólares, y en República Dominicana quiso hacerse el pobre, hasta que Trujillo lo llamó a su despacho, y le dijo: “¿Usted no pretenderá que yo le cobre a Fidel Castro unas armas que se usaron en su contra?”. Batista, luego de sudar copiosamente saldó su deuda con el terrible tirano.

Con Batista no había Mar de la Felicidad sino de Putas: Mafiosos, bandas de verdugos trajeados de empresarios, policías criminales al servicio de la CIA. Qué error ha resultado para todas las Coordinadoras Democráticas de América Latina que el lugar del Mar de Putas que era Cuba, terminara en el de la Felicidad de hoy. Venezuela, gracia a Dios, nunca ha sido un Mar de la Felicidad gracias a los Chismeros que hasta los carritos de helados nos trajeron hechicitos y completos. Gracias a ellos Venezuela entró en un franco desarrollo social, en un completo autoabastecimientos de productos agrícolas, y en una de las potencias educativas y económicas más sobresalientes del continente.



Fue aquella una época de los años sesenta, que pudo haber sido el del inicio de la liberación de América Latina, porque los tiranos andaban temblando en el continente, EE UU diseñó un plan más perfecto para la dominación: LA MENTIRA A TRAVÉS DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN, ADEMÁS DE LAS ESPECTACULARES TRAMAS PARA IMPONER POR ELECCIONES AMAÑADAS TODOS LOS GOBIERNOS DEMOCRÁTICOS QUE NECESITARAN. De allí en adelante ya no le hacía falta el estadista Trujillo, sino bellacos lacayos como Rómulo Betancourt.



Entre algunos documentos desclacificados de la CIA en referencia a la República Dominicana, en el relativo a The United Sates Capability to Influence ther Furtherance or Our National Objetives in Latin América, el que contiene el menaje número 967156, el Comando Sur sostiene el 29 de octubre de 1959, que “LA PERPETUACIÓN Y EL MANTENIMIENTO PARA SIEMPRE DE LA DICTADURA DE RAFAEL LEONIDAS TRUJILLO, ES LO MÁS CONVENIENTE A LOS INTERESES NORTE-AMERICANOS”.

De modo que Betancourt era un cero a la izquierda en su guerrita contra Trujillo, y nada podía hacer contra el dictador dominicano sin la previa autorización de los gringos. El mismo Comando Sur, ese 29 de octubre recomendaba que una maximización de la “INFLUENCIA DE LOS MILITARES EN LATINOAMÉRICA ES EL MÁS EFECTIVO MÉTODO PARA ENFRENTAR LAS ALARMANTES SITUACIONES QUE SE ESTÁN DANDO EN LA REGIÓN DEL CARIBE”.

Los mandos militares estadounidenses veían en Trujillo un bastión en la campaña internacional contra subversión comunista. Estos mismos bandos recomendaban que a los políticos profesionales de latinoamericana se les viese con suspicacia, “tanto en lo que respecta a sus motivos patrióticos, como a su profesada amistad hacia los Estados Unidos” (rezaba el mensaje secreto de este Comando, número 967156).

Para 1954, en doce de las veinte repúblicas latinoamericanas gobernaban dictaduras militares apoyadas fuertemente por EE UU. Las que no eran dictaduras, para gobernar debían tener el visto de bueno de Departamento de Estado. A partir de 1960, el Presidente Dwight Eisenhower comienza a plantearse la salida de Trujillo para que no se repita la experiencia cubana. Era una decisión muy compleja, si se toma en cuenta que Trujillo fue el campeón del anticomunismo desde 1947, cuando el demócrata Harry Truman proclama su doctrina. No hay que olvidar que Rafael Leonidas participó activamente en las actividades que desarrollaron las tropas norteamericanas en la intervención de 1916 a 1924 en este país. En la política internacional, el más servil de los gobiernos a las decisiones de Washington es Chapita. Es totalmente falso que los roces de Dwight Eisenhower con Trujillo proviniesen de la negativa del gobierno gringo en 1958 de concederle a Ramfis un diploma por parte del Comand and General Staff College, de Fort Leavenworth, en Kansas, porque ya en los pechos de Ramfis no cabía una condecoración más del gobierno norteamericano. No hubo en aquellos primeros años de la década de los sesenta, esfuerzos conjuntos con varias dictaduras para intentar derrocar a Fidel Castro. Betancourt será utilizado por Washington como la cuña mayor para que en nombre de la democracia emprenda en la OEA y en todas partes una campaña atroz contra el comunismo en América Latina. El mar de focas de primeros mandatarios latinoamericanos se contonearan de lo lindo por las sardinas que les echarán los gringos. Nadie quería ser, por supuesto, una Mar de la Felicidad. Para no ser un Mar de la Felicidad había que vivir de rodillas. La situación de hipocresía bestial en el Caribe se caldeó, cuando The New York Times publicó el 22 de enero de 1959, palabras de Fidel Castro en las que acusaba a los Estados Unidos el no haber cuestionado jamás las atrocidades del monstruo de Trujillo, pero que sí pegaba el grito en el cielo cuando se fusilaba a los esbirros de Fulgencio Batista.



EN QUÉ CONSISTE EL “MAR DE LA FELICIDAD DE CUBA”

Al mismo tiempo, Harry Schlaudeman, experto terrorista del Departamento de Estado norteamericano, sostenía: “nuestro generalísimo ha sido durante los años más caliente de la Guerra Fría un aliado o un instrumento el gobierno norteamericano contra el comunismo internacional”. Dwight Eisenhower insistía en que había que sacrificar ese peón para fines ulteriores de la política estadounidense. “Ya es un perro que no muerde”.

A la par que se veía qué se hacía con Trujillo, EE UU utilizando a su nuevo peón en la escena política caribeña, a Betancourt, le ordenó cortarle el suministro de petróleo a Cuba por parte de Venezuela. Entonces Cuba comenzó a importar petróleo de la Unión Soviética. EE UU se negó a refinar ese petróleo, y Fidel decidió nacionalizar las compañías norteamericanas. Fue cuando EE UU decidió convertir a Cuba en el Mar de la Felicidad que es hoy, con invasiones, embargos y acosos asesinos de la CIA. La CIA ya había proclamado su ley contra cualquier gobierno que intentase ser soberano en América Latina: “O coméis mierda o seréis convertido en un Mar de la Felicidad”. Dwight Eisenhower le aplicó el primer crimen económico contra Cuba cuando le redujo en 700 mil toneladas a la cuota de azúcar, reduciéndola luego a cero en marzo de 1961. Fue cuando Trujillo se aprovechó de esta medida, y con senadores y representantes gringos aliados a su política democrática, aumentó la cuota de la azúcar dominicana en el mercado estadounidense. Así se hizo para que la República Dominicana de Chapita nunca fuera un Mar de la Felicidad. Después vino el show de 1961, cuando Dwight Eisenhower rompió relaciones con Trujillo, “pero manteniendo las tipo consular”. Tres días después de este anuncio, la Nicaragua del monstruo Somoza también rompe relaciones con Trujillo, y lo mismo hace la joya de Francois Duvalier.

Una cerrado el caso Trujillo, la flota americana se parapetó en las costas de la capital dominicana, con el llamado GRUPO CONSULTIVO DE ASISTENCIA MILITAR, MAAG, uno de los principales instrumentos de EE UU para incidir en las decisiones de este gobierno caribeño. Cuando el MAAG no podía cumplir su misión a solas, le asistía desde Panamá el Comando Sur. Fue el MAAG, quien dio el golpe de estado contra el gobierno constitucional de Juan Bosh el 25 de septiembre de 1963, la prisión y exilio de los generales balagueristas durante la guerra de 1965, y el propio exilio forzado del general Elías Wessin y Wessin, además de la presencia durante los cambios militares efectuados por el Presidente Antonio Guzmán el 16 de agosto de 1978. Fue así, gracias al MAAG, como la República Dominicana nunca llegó a ser otro Mar de la Felicidad.

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